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El reflejo de la salud

3 Oct

 

EL REFLEJO DE LA SALUD

          La reflexología es una técnica basada en el principio de que existen zonas reflejas en los pies, en las manos y en el rostro que se corresponden con glándulas, órganos y partes del cuerpo que se pueden estimular mediante un masaje.

 

          El organismo tiene una capacidad natural de curación. ¿Quién no se lleva las manos hacia una zona del cuerpo cuando esta siente dolor? Instintivamente, ejerciendo más o menos presión sobre la parte dolorida, nos tocamos para obtener alivio. La mayoría de la gente agota las formas de medicina convencional –fármacos, fisioterapia, cirugía– antes de confiar en otras terapias complementarias como la reflexología. Sin embargo, sorprende cómo muchos pacientes han estado medicándose durante años sin apenas obtener beneficio y en pocas sesiones consiguen un gran alivio: “Las personas con migraña crónica pueden mejorar en una media de cinco sesiones y los efectos de relajación son inmediatos”, explica la directora de estética del Arsenal femenino, Lola Martínez.

           La reflexología es una ciencia basada en el principio de que existen zonas reflejas en los pies, manos y rostro que se corresponden directamente con glándulas, órganos y partes del cuerpo. La terapia, relajante, segura yFoto reflexoterapia no invasiva, emplea los dedos de las manos, especialmente el pulgar, para estimular los sistemas circulatorio y linfático y desencadenar cambios fisiológicos que capacitan al cuerpo y a la mente para curarse. De la cabeza a los pies, el cuerpo se divide en diez líneas energéticas, organizadas en cinco pares a cada lado de la columna. La energía fluye libremente por ellas y termina en los pies y manos, donde se forman las zonas reflejas y cualquier deterioro del flujo de energía producido en alguna de esas líneas puede afectar a los órganos o funciones asociados a esa zona. La línea 1, que comienza en el pulgar, es la más sensible ya que en ella se encuentran muchas partes vitales del cuerpo –nariz, boca, columna vertebral y órganos sexuales–; trabajando sobre los puntos reflejos de la columna en los pies se alivian muchos dolores, dado que los nervios que proceden de ella estimulan el funcionamiento de todo el cuerpo.

           En este sentido, la reflexoterapia tiene un planteamiento holístico según el cual los beneficios que se obtienen a través de la estimulación repercuten en la salud general ya que glándulas y órganos están interconectados. Además de eliminar los bloqueos de la energía que circula por el cuerpo, la reflexoterapia reduce el estrés y la tensión –es un gran apoyo para enfrentarse a esas situaciones con un ánimo más positivo–, mejora la circulación sanguínea, alivia el dolor al estimular la liberación de endorfinas –analgésicos naturales del cuerpo–, equilibra el sistema nervioso,  potencia la función linfática, estimula el organismo, mejora el sueño, aumenta la energía y vitalidad, desintoxica y limpia el cuerpo, mejora el tono y el estado de la piel y fomenta la autocuración.

           Con una antigüedad de más de 4.000 años, los egipcios y los chinos fueron los primeros en realizar tratamientos reflexológicos. En China su práctica cayó en desuso por la acupuntura, pero sus bases fueron redescubiertas a principios del siglo XX gracias al doctor William H. Fitzgerald, cuyas investigaciones sentaron las bases de la reflexología moderna, estudios que fueron ampliados por la fisioterapeuta estadounidense Eunice Ingham, a quien se debe la reproducción del mapa de las zonas reflejas. Desde entonces su práctica se ha expandido por todo el Mapa reflexologíamundo y es utilizada como terapia complementaria a otras de tipo convencional. Salvo mujeres que se encuentren en los tres primeros meses de embarazo –en cuyo caso, como recomienda Lola Martínez, “se evitaría hacer mucha presión en las zonas reflejas de los órganos sexuales”– y personas sometidas a algún tratamiento intensivo –aunque a veces puede resultar eficaz para paliar los efectos secundarios de la quimioterapia, si el oncólogolo cree conveniente–, la reflexoterapia resulta beneficiosa para todas las personas de todas las edades, aunque en el caso de ancianos y enfermos se ejerce una presión suave y en el de los bebés, delicadas caricias. En el caso de los niños, para calmarlos o inducirlos al sueño, la reflexología es tan sana como recomendable.

           Una sesión suele durar 45 minutos y su precio ronda los 30 euros –dependiendo del centro–; siempre es una experiencia relajante y placentera. Consiste en colocar cómodamente al paciente en una camilla o silla reclinable, almohadas en la cabeza y en las piernas, toallas para mantener calientes  los pies, en un entorno cuya temperatura y ambientación será confortable. Con una crema de manos o pies no muy grasa para que los dedos no resbalen, el terapeuta dispone de varias técnicas, entre ellas la básica de avance con el pulgar, según la cual éste se mueve como una oruga, flexionándose y extendiéndose a la vez que se desplaza ejerciendo una simple presión en los diminutos puntos reflejos que se encuentran en los pies.

           Aunque para lograr el máximo beneficio la reflexoterapia se aplica en esta zona del cuerpo, también se realiza en las manos, en el rostro y en las orejas. La reflexología facial, suave pero eficaz, se emplea principalmente para ayudar a aliviar cefaleas, problemas faciales, dolor de mandíbula, insomnio, mareos y trastornos oculares. “En facioterapia, se está introduciendo con mucho éxito el diên chân: originaria de Vietnam, esta técnica es muy útil para reducir el dolor al momento, algo espectacular, como la magia, comenta la reflexóloga y facioterapeuta Montse García. La auricular –que tiene sus orígenes en China, donde se creía que la oreja representaba todo el cuerpo– es útil para la fiebre, los trastornos de piel, los problemas lumbares y circulatorios, el dolor de muelas, la parálisis facial, la sudoración excesiva, la hipotensión y las cardiopatías. En cualquiera de sus aplicaciones, la reflexoterapia está basada en la comunicación más elemental, que consiste en el contacto, esta necesidad tan básica e instintiva que todos tenemos, íntima y mutua, con la que conseguimos sentirnos bien. A través de ella liberamos los bloqueos de la energía que circula por el cuerpo y hacemos que ésta fluya libremente y nos produzca bienestar, además de activar “el poder natural de nuestro organismo –tan mermado por el estrés y las tensiones– de autocurarse”, señala el reflexólogo Óscar González.

Publicado en La vanguardia   (17/03/2008) Autora: Judith Martínez